La disfunción eréctil (DE), definida como la incapacidad persistente para obtener o mantener una erección suficiente para una actividad sexual satisfactoria, afecta a un número creciente de hombres en el mundo. Esta condición va mucho más allá de la simple incomodidad personal; tiene repercusiones psicológicas, sociales y económicas significativas. En 2024, más de 322 millones de hombres en el mundo sufrían de disfunción eréctil, y esta cifra sigue aumentando, principalmente debido al envejecimiento de la población, los estilos de vida poco saludables y el aumento de enfermedades crónicas como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares.
Un problema médico en expansión
La disfunción eréctil afecta a cerca del 52 % de los hombres de entre 40 y 70 años, con una incidencia que aumenta con la edad. Según un estudio del Massachusetts Male Aging Study (MMAS), alrededor del 40 % de los hombres de 40 años muestran signos de disfunción eréctil, y esta cifra asciende al 70 % a la edad de 70 años. Esta alta prevalencia está asociada con factores de riesgo comunes como la hipertensión, la hipercolesterolemia, la diabetes y el tabaquismo.
En Europa, una encuesta de 2019 reveló que el 26 % de los hombres mayores de 50 años sufrían de disfunción eréctil, con tasas particularmente altas en países con poblaciones envejecidas. En Francia, aproximadamente 3,5 millones de hombres están afectados por problemas de erección, lo que representa cerca del 20 % de los hombres mayores de 40 años.
Impacto psicológico y relacional
La disfunción eréctil tiene un impacto profundo en la calidad de vida de los hombres y de sus parejas. Los estudios muestran que el 75 % de los hombres que padecen de disfunción eréctil experimentan ansiedad o depresión, y más del 80 % informan una disminución significativa en su autoestima. La incapacidad de mantener una vida sexual satisfactoria puede causar tensiones en la relación de pareja. Un estudio europeo reveló que el 69 % de las parejas en las que uno de los miembros sufría de disfunción eréctil veían su relación afectada de manera significativa.
La relación entre la disfunción eréctil y la depresión es bidireccional: estudios indican que el 20 % de los hombres con depresión también sufren de trastornos eréctiles. El estrés psicológico causado por estos trastornos sexuales puede también agravar los síntomas de depresión y ansiedad, creando un círculo vicioso.
Repercusiones económicas
Además de las implicaciones personales, la disfunción eréctil tiene repercusiones económicas considerables. El costo de los tratamientos para la DE, ya sean medicamentos como Viagra o Cialis, dispositivos médicos o intervenciones quirúrgicas, asciende a miles de millones de euros cada año. En Estados Unidos, el gasto directo en tratamientos para la disfunción eréctil alcanza aproximadamente 4 mil millones de dólares al año. En Europa, el mercado de medicamentos contra la DE se estima en más de 2,5 mil millones de euros.
Más allá del costo directo de los tratamientos, también hay costos indirectos, como la pérdida de productividad y el absentismo relacionados con los problemas de salud mental asociados a la disfunción eréctil. Un hombre que sufre de DE no tratada es más propenso a faltar al trabajo o a tener una disminución en su productividad debido a la ansiedad y el estrés. En los Estados Unidos, estos costos indirectos se estiman en 10 mil millones de dólares al año.
Un indicador de enfermedades subyacentes
La disfunción eréctil no es solo un problema de salud aislado; a menudo es un indicador temprano de enfermedades cardiovasculares y otros problemas de salud graves. Los estudios muestran que los hombres con disfunción eréctil tienen 1,6 veces más riesgo de desarrollar enfermedades cardíacas. De hecho, la disfunción eréctil a veces se considera un "barómetro de salud vascular". Puede ser uno de los primeros signos de arteriosclerosis, una condición en la cual las arterias se endurecen, limitando el flujo sanguíneo hacia el corazón y otras partes del cuerpo, incluyendo el pene.
Por otro lado, cerca del 50 % de los hombres diabéticos desarrollan disfunción eréctil en los 10 años siguientes al diagnóstico de la diabetes, debido a los daños causados a los nervios y a los vasos sanguíneos por un nivel alto de glucosa en sangre. Por lo tanto, el manejo temprano de la disfunción eréctil puede contribuir a la detección y tratamiento precoz de otras enfermedades graves.